En Nenea, cada día es muy variado, nuestras acciones son diferentes porque nos adaptamos a las características del grupo y a lo que nos ofrece la vida. La naturaleza es el lugar donde pasamos la mayor parte de la jornada, nuestro bosque es el escenario donde transcurren las aventuras de los niños y niñas que forman parte de él.
La Naturaleza es nuestra aula sin paredes ni techo que nos regala, cada día, posibilidades infinitas. Además de esta capacidad de adaptación en Nenea tenemos una estructura que nos sostiene, aspectos fundamentales que tenemos en cuenta.
En nuestro día a día, aprendemos constantemente, aprendemos aunque no queramos, y nos gusta aprender de las personas mayores. A los niños y niñas les pasa lo mismo.
Aprenden mucho en soledad, desarrollando sus hipótesis individuales y comprobándolas, pero también cuando las comparten con sus compañeros y compañeras. La necesidad de socializar no se ve suficientemente cubierta en un grupo «pretendidamente» homogéneo como es el de la agrupación por edad.
En la vida real no nos relacionamos preferentemente con personas de nuestro mismo año, pero obligamos a los niños y niñas a que sí lo hagan.
En Nenea, no sólo consideramos que es positivo que los niños y las niñas de diferentes edades compartan vida, sino que consideramos que el aprendizaje se ve claramente mejorado por ello.
Los días en Nenea se desarrollan en torno a los cuidados compartidos. Partimos de la idea de que estamos en este mundo porque alguien cuidó de nosotras, nos cuidan cada día, también cuidamos, para que todo fluya es fundamental que seamos conscientes de esta importante realidad.
Nos cuidamos cuando decidimos ponernos la ropa para la lluvia si queremos saltar en los charcos, cuando nos alimentamos si tenemos hambre, cuando curamos nuestras heridas y pedimos ayuda.
Cuidamos de los demás ayudándoles a abrochar la mochila, a levantarse en un tropezón, o preguntándoles que podemos hacer para que se sientan mejor.
Cuidamos los espacios cuando preparamos la asamblea, cuando recogemos o limpiamos, cuando cambiamos la distribución de las mesas.
Cuidamos del aseo y la higiene, de la comida, de Duna, de la huerta, de los gusanos de seda…
Cuidamos y somos cuidadas, y agradecemos a los demás por lo que hacen por nosotros y nosotras, y agradecemos a la madre tierra que nos sostiene.
El juego es la actividad primordial de la infancia y como tal debe ser defendida.
Para ello debemos dar los espacios, los tiempos y el acompañamiento necesario para que esta necesidad se vea satisfecha.
Aunque muchas veces, desde el mundo adulto, nos cueste verlo así, cuando el niño o la niña juega realiza una actividad de mucha seriedad e importancia. Esta actividad tiene una estructura, un principio, un nudo y un final, sigue unas reglas establecidas, internas, o externas, sirve para conocerse mejor a sí mismo/a y para conocer su entorno. Ayuda a explicar el mundo tan grande que hay alrededor y ayuda a ser feliz, porque el juego es alegría, es humor, es trasgredir al volcar ese cesto de castañas, desparramarlas y verlas rodar, descubrir una pluma que, al soplarla, sube hacia las nubes, hacer un plan con el grupo para convertirse en brujas que comen dragones, o piratas que surcan los bosques.
En Nenea posibilitamos el desarrollo de ese juego, de ese que nace de dentro y no necesita nada más que el ser permitido, por ello favorecemos que tenga lugar primordialmente en contacto con el entorno natural, contando también con un espacio interior preparado con diversidad de materiales orientados a cubrir las necesidades, intereses y motivaciones de las niñas y niños.
Inspirados por las grandes lecciones Montessori, desarrollamos proyectos en pequeños grupos de trabajo, con una tutorización y un ritmo individual, segun los intereses de cada quien. Exploramos las infinitas posibilidades de la ciencia, de la creación, de la poesía, de la música, del movimiento y el juego sociodramático, para acercarnos al conocimiento del mundo, desde la más pequeña hormiga hasta el movimiento infinito del sistema solar.
Talleres de ciencia, de matemáticas, laboratorio de palabras, rimas, poesías, canciones… las propuestas varían, crecen, suben y se nos enredan con la participación en la defensa del clima, con el cuidado de la huerta, con la llegada del cuco y las transformaciones cooperativas de los espacios de juego.
El día a día en Nenea, está lleno con la natural intensidad de la infancia que vive el momento presente.